Muchas veces asistimos a comportamientos de nuestros hijos e hijas que no logramos llegar a entender, ni sabemos cómo afrontar.
Entonces es fácil que entremos en una dinámica cotidiana de gritos, amenazas, castigos…que en vez de ayudar lo que hace es agravar la situación más y más.
Pero no hace falta gritar, amenazar, ni estar todo el rato dando órdenes como un sargento ¡eso es agotador para todos y solo produce malestar!
Hay una forma mucho más gratificante de criar y relacionarnos con nuestros hijos e hijas: desde la escucha activa, el respeto mutuo y un manejo positivo de los límites y las normas.
Y es que no siempre somos conscientes de que casi todo lo que vivimos como fracaso con nuestros hijos e hijas tiene una raíz emocional: se debe a una mala gestión de las emociones.